sábado, 31 de enero de 2015

París era una fiesta // Ernest Hemingway (1964)

« -Eso es lo que son ustedes. Todos ustedes son eso -dijo Miss Stein-. Todos los jóvenes que sirvieron en la guerra. Son una generación perdida».

Nunca me había pasado con otro libro (y eso que mi tendencia hacia los clásicos podría indicar lo contrario) la sensación que he tenido con este de estar con un trozo de historia entre las manos. Da exactamente igual que el objeto en si esté editado en 2013 y huela a nuevo que echa para atrás, esa histórica carga me ha arrollado desde el principio y me ha acompañado a lo largo de toda la lectura. Me refiero a una época que para mi tiene el mayor de los encantos y que podría resumir muy burdamente con un trinomio de palabras: París + Años 20 + Generación Perdida. Si a estos tres conceptos los mezcláramos en la batidora literaria, el jugo obtenido no podría ser otro más que París era una fiesta, la excepcional obra de mi estimado Ernest Hemingway.

Con este libro he sentido, al igual que ocurre con aquellas cosas de las que conoces el final, una continua expectación mezclada con una cierta familiaridad y una constante, pero sana tensión en pos de que ocurra lo esperado. Son breves dosis de historia, anécdotas y visiones inéditas de artistas, críticos o escritores, experiencias culturalmente enmarcadas descritas bajo el influjo de una ciudad en su máximo esplendor. Pero el arte narrativo de Hemingway no queda sólo para excelsos aderezos como veladas nocturnas en un restaurant con Joyce o compartir coche y confidencias con Fitzgerald, si no que es capaz de conferir a cada rue, a cada café, a cada trago de alcohol y rayo de sol, su esencia artística y cultural.

Aunque publicada póstumamente, esta obra recoge de primera mano y de manera autobiográfica, la vida de Hemingway y su primera esposa durante aquellos, duros pero satisfactorios, primeros años en París. A lo largo de las páginas profundizamos en la vida del autor, un Hemingway joven, idealista y pobre (todo sea dicho) que abandona la comodidad del periodismo para labrar su futuro de escritor. Poco a poco el mismo se va abriendo a nosotros desvelando detalles de su personalidad, algunos harto conocidos como su popular afición por la bebida, el juego o la pesca y otros muy reveladores de carácter más íntimo, como opiniones personales o sus trucos de escritura, que bien podrían servir como una perfecta guía para bisoños escritores.

En resumen París era una fiesta es un canto al Carpe Diem acompañado de escenas con una alta carga cultural protagonizadas por los grandes artistas del momento y que describe muy bien la floreciente época de los años 20 parisinos desde dentro. Al estar escrita a partir de las anotaciones, diarios etc. del propio autor, no posee una trama concreta más allá de la vida del joven escritor americano, no hay ficción (o eso creo) y a veces da la sensación de estar leyendo anécdotas aisladas, pero la manera tan cercana en que está relatado, tan humana y personal, sirve más que de justificación para su lectura. En definitiva, una obra imprescindible si te apasiona, como a mi, la Generación Perdida y todo lo que les rodeó. Es la magia de París.

Fd: El lector Invisible


sábado, 17 de enero de 2015

La insoportable levedad del ser // Milan Kundera (1984)

«¿Pero es de verdad terrible el peso y maravillosa la levedad?

La carga más pesada nos destroza... pero a la vez es la imagen de la más intensa plenitud. Cuanto más pesada sea la carga más real y verdadera será la vida. Por el contrario, la ausencia absoluta de carga hace que el hombre se vuelva más ligero que el aire, se distancie de la tierra y que sus movimientos sean tan libres como insignificantes.

Entonces ¿qué hemos de elegir?¿el peso o la levedad?».


No recuerdo como llegué a descubrir a este señor, ni hace cuanto exactamente de ello, pero desde el momento en el que escuché su nombre supe que había encontrado un escritor de mi gusto. Milan Kundera me atrapó antes siquiera de leerme alguno de sus trabajos. Tal vez me atrajo lo rocambolesco de su vida, con libros censurados en su República Checa natal hasta entrado el mismísimo siglo XXI o quizás fue por lo profundo de títulos como el que hoy os traigo, La insoportable levedad del ser. Sencillamente cautivador.

He escuchado opiniones diversas sobre como catalogar esta obra de Kundera, que si filosófica, psicológica o simplemente emocional y aunque es verdad que hace muchas referencias, sobretodo a la obra de Nietzsche, a mi me gusta considerarla como una novela social, crítica con el socialismo/comunismo que a mi entender es el fin último por el que fue escrita. Más allá de que desentierre minuciosamente las emociones y sentimientos humanos, de que intente hacernos entender el porqué del comportamiento humano mediante la filosofía, yo me quedo con la parte social del libro, de como retrata a la sociedad de ese momento y lugar.

Para que os pongáis en situación, La insoportable levedad del ser narra los acontecimientos sociales y políticos que se desarrollaron en Praga (fundamentalmente) a finales de los sesenta y siguientes, en lo que históricamente se conoce como Primavera de Praga (1968) y la posterior Invasión del Pacto de Varsovia a Checoslovaquia. Si os soy sincero para hacerme una idea más detallada y un poco más global, tuve que leer por mi cuenta más acerca de estos hechos, pues aunque se relatan con rigor, esta, no es una novela histórica. Pues bien, en el transcurso de estos acontecimientos Milan Kundera nos presenta las relaciones personales que van apareciendo entre los 4 personajes principales. Son Tomás, Teresa, Franz y Sabina los que con sus vidas, especialmente en el tema amoroso/sentimental, nos permiten profundizar en la esencia del hombre.

No diré mucho más sobre el argumento, pues aunque quisiera tampoco podría. La mínima trama desarrollada carece de atractivo, pero tampoco es lo importante, de hecho el autor refiere en diferentes capítulos, los mismos hechos pero cambiando el personaje y su punto de vista. Este acierto narrativo, que nos permite comprender las dos realidades de un mismo hecho, juega sin embargo, en contra de la adicción a sus páginas y nos “obliga” a profundizar en la lectura, a leer a conciencia, para continuar motivados y encontrar realmente el poderío de las palabras de Kundera, que de otra manera pasarían superficialmente por nosotros.

Valga para resumir esta historia y su influjo en mi leve persona, la infinitud de frases subrayadas que he realizado en el papel. A cada instante Kundera nos sorprende con reflexiones verosímiles de aspectos sobre los que no nos hemos parado a meditar y aunque su lectura se hace un poco lenta, (mejor dicho, se debería hacer un poco lenta para poder absorber toda la magia posible) he disfrutado y porque no decirlo, he llegado a comprender mejor algunas reacciones o sentimientos propios.

Fd: El lector Invisible



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