«¿Cómo
se las arreglan estos humanos para empezar con tanta inocencia y
acabar siendo al final los que más sangre tienen en las manos?».
Desde
que la afición por la lectura arraigó en mi con cierta consistencia
he estado buscando libros novelados que desahoguen mis inquietudes
biológicas. Ya sea con un protagonista biólogo, que no médico, ni
ingeniero científico, ni naturalista amante de los animales o con
una trama que tocase aspectos o temas relacionados con la biología,
mi búsqueda hasta el momento ha sido bastante infructuosa. Mi
sorpresa llegó cuando después de leer El
juego de Ender de Orson
Scott Card y decidir seguir con
la saga, tanto el segundo libro La
voz de los muertos, como
Ender el xenocida
que hoy os reseño, contienen bajo mi punto de vista una nada
desdeñable carga o base biológica.
La historia de este tercer libro
continua con Ender donde quedó en la anterior entrega, en Lusitania,
un excepcional planeta muestra de que la convivencia entre especies
alienígenas es posible. El problema reside en que una de esas 3
especies, los nativos del planeta, necesitan de la deslocada, un
virus altamente agresivo y devastador, para sobrevivir y completar su
ciclo de vida. De esta manera lo que para unos es simplemente parte
de su forma de vida, tanto para los humanos como los insectores (la
tercera especie del planeta) supone una potente arma biológica capaz
de exterminarlos por completo. Así pues ante la amenaza de que la
deslocada consiga abandonar Lusitania, el Congreso Estelar decide
anticiparse enviando una poderosa flota a Lusitania capaz de
aniquilarla con un sólo disparo.
Y hasta ahí puedo leer. La trama
como veis, poco tiene que ver con el primer libro, El juego de
Ender, y aunque mantiene al personaje principal con su profundo
sentimiento de arrepentimiento y su constante lucha interior en pos
de compensar los daños que causó, el protagonismo de Ender decae
considerablemente, pasando de eje central a simple excusa que ya ni
siquiera sirve de unión para el resto de personajes. Eso unido a las
arduas reflexiones sobre religión y filosofía futurista, hacen que
a veces, en novelas tan extensas como esta, se pierda un poco el hilo o
el interés si no se intercalan acciones más dinámicas. Menos mal
que para mi gusto Card adereza de vez en cuando la trama con toques biológicos
que en mi caso me han servido para lidiar con las largas diatribas
religiosas o filosóficas.
Tengo que confesar que a pesar de
esa dosis biológica, empleada aceptablemente dentro de los límites
conceptuales de O. S. Card, esta entrega es un poco bastante más
floja que la anterior. Si bien es cierto que esclarece muchos frentes
abiertos y ayuda a atar ciertos cabos, la falta de originalidad, que
no la falta de novedades, hace que Ender el
xenocida sea la entrega más plana y monótona de hasta la
fecha, y aunque hacia el final adquiere velocidad y ritmo, cuesta
adaptarse a ello durante tantas páginas. Es lo que creo que ocurre
en todas las sagas, el autor necesita un libro de transición y de
asentamiento. No obstante hay que recordar que sigue siendo parte de
una saga increíble y la historia en si, aun sin los premios que
consiguieron sus predecesoras, continua atrapando.
Fd:
El lector Invisible