miércoles, 18 de marzo de 2015

La isla del día de antes // Umberto Eco (1994)

«Pero Roberto filósofo no era, sino amante infeliz recién emergido de un viaje, a fin de cuentas no coronado aún por el éxito, hacia una Isla que le esquivaba entre las álgidas brumas del día de antes».

Un dato indicativo de la complejidad de una obra puede ser perfectamente la necesidad que el autor, o en este caso el traductor, sientan de manifestarse al final de la misma. Si es necesario explicar conceptos, aclarar notas que hayan podido sonar discordantes o de alguna manera justificarse, estamos frente a una obra de índole confusa, peculiaridad que puede ensombrecer el resto del trabajo. Pues bien, el libro que hoy os traigo es un claro ejemplo de lo que acabo de comentar, La isla del día de antes de Umberto Eco es de todo menos sencilla.

Para empezar, ya de primeras, el lenguaje utilizado supone un gran punto de conflicto. El estilo barroco, italiano para más inri, se cuela en esta novela con todas sus consecuencias y aunque Umberto Eco con todos sus recursos es capaz de generar un texto delicado y estético, la exigencia lingüística de esta novela es abrumadora. Sin duda, entre los visitantes de este Blog habrá quien sepa valorar este tipo de lenguaje y apreciarlo en toda su plenitud, pero a mi entender para el público general queda demasiado excesivo, ralentizando en demasía el ritmo y llegando incluso a desorientar. El barroco por sus características es excesivamente recargado, pesado y muy limitado, tanto que para describir ciertas acciones es necesario dar inmensos rodeos para no caer en neologismos o suponer conocimientos aun ignotos. No obstante, y con todo, el resultado es un lenguaje hermoso y sonoro, que ayuda al lector a situarse históricamente, además aprecio personalmente el esfuerzo del autor de mantener la coherencia no sólo en la ambientación si no también en el idioma.

Así pues La Isla del día de antes con su peculiar estilo descriptivo nos relata la historia de un joven piamontés, Roberto de la Grive, que tras naufragar en plena mar se encuentra gracias a la procedencia de la deriva con una nave abandonada en medio de un ambiente paradisíaco. Lo que en un principio parece una tabla de salvación, con el tiempo y tras el descubrimiento de la ingobernabilidad de esa nueva nave de nombre Daphne, deviene en una auténtica prisión al aire libre. Desde este nuevo tipo de aislamiento Roberto se dedica a la reflexión, y por medio de unas cartas que el mismo escribe a su “señora” vamos conociendo el fruto de sus pensamientos enlazados con aspectos de su pasado. En torno a esta desconcertante travesía personal, el resto de la trama gira entre misterios y secretos, en una época en la que el dominio del mar y el arte de la navegación se consideraban como la más alta cuestión de estado.

Estrepistosamente naufragado, abrumado frente a una inmensidad e incapaz de alcanzar el éxito que tan cercanamente se ofrece, son las palabras que definen la situación del protagonista, pero que perfectamente valdrían para definir mis sensaciones al leer esta novela. Con estas palabras no quiero decir que no haya disfrutado de algún modo su lectura, ni que no extraiga cosas positivas (todos, todos los libros para mi tienen siempre algo que destacar) pero si es verdad que mientras leía ansiaba el desenlace y la ardua tarea de descontar páginas se me ha hecho demasiado larga.
Fd: El lector Invisible



4 comentarios:

  1. Tampoco es mi libro favorito del autor, al que todos conocemos más por El nombre de la rosa que por el resto de su obra. Este año saca un nuevo libro, seguramente me anime, ya sabes, por probar... pero sí, es denso
    Besos

    ResponderEliminar
  2. A mi el escarmiento me va a durar un poco más de tiempo, pero estaré atento a las reseñas del nuevo libro.

    ResponderEliminar
  3. A mí me ha gustado bastante; lo leí en Italiano y no me pareció un lenguaje excesivamente complejo. La historia trata en realidad de la dificultad que tenían los navegantes hasta bien entrado el siglo XVIII para determinar en qué lugar se encontraban.

    "Los navegantes se guiaban por las estrellas desde los ancestros" nos han dicho siempre. Sí; pero única y exclusivamente para saber cuánto al Norte o al Sur se encontraban. Con las estrellas no podían saber si estaban más al Este o al Oeste (por eso siempre intentaban viajar circundando las costas).

    Intentaban posicionarse llevando relojes - en ocasiones cientos - en sus bodegas, pero la inexactitud de los mismos producían errores de centenares de millas.

    Este libro me llevó a otro. "Longitud", donde vienen explicadas en parte las mismas anécdotas históricas que Eco intercala en su historia, pero con un rigor más didáctico e histórico, aunque también novelado en su redacción.

    Hasta que no leí "l'isola del giorno prima" que no caí en la cuenta de la problemática que tenía hasta entonces la navegación; problema que puso a las realezas europeas dispuestas a dispensar sumas impensables de dinero a quien pudiera dar un método fiable.

    podi-.
    "la isla del día antes": http://podi-podi.blogspot.com.es/2014/10/lisola-del-giorno-prima-umberto-eco.html

    "Logitud", de Dava Sobel: http://podi-podi.blogspot.com.es/2014/11/longitud-dava-sobel.html

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por el comentario Carlos. Sin duda el asunto que trata el libro, sobre la navegación, es muy interesante y más para quien nos gusta la historia y el mar. Pero no creo que este sea el mejor libro para enterarse de esas cosas. Quizás Longitud, como tu propones, sea una mejor lectura.

      Un saludo!

      Eliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...