jueves, 4 de febrero de 2016

La pandilla de Asakusa // Yasunari Kawabata (1930)

«Asakusa es Asakusa para todos. En Asakusa, todo está en estado salvaje. Los deseos bailan desnudos. Todas las razas, todas las clases se mezclan formando una corriente sin fondo, interminable, que fluye noche y día, sin comienzo ni fin. Asakusa está lleno de vida...»
Soeda Azenbô

Algunos ya sabíais, y si no, os enteráis ahora, que siento una profunda devoción por todo lo que rodea al París de los años 20 y esa magnífica Generación perdida que se desarrolló bajo su amparo. Debido al enorme influjo que este tema causa en mi y atraído por sugerentes recomendaciones que afirmaban de esta obra que era el equivalente japonés a la magia parisina de la segunda década del siglo XX, decidí cruzar miles de kilómetros para comprobar si en esto de la literatura también existe la convergencia evolutiva. Aquí os presento La pandilla de Asakusa, novela del, hasta el momento desconocido para mi, Nobel japonés Yasunari Kawabata.

La novela, que como muchas otras obras de la época fue publicada por entregas en revistas y periódicos locales populares, se centra en describir con alto lujo de detalles el antiguo barrio tokiota de Asakusa, un equivalente oriental de los barrios más modernos y libertinos de las capitales europeas. La pandilla de Asakusa en su sentido estricto la componen una serie de personajes, en su mayoría femeninos, que acompañan al protagonista/escritor/voz en tercera persona, por los rincones y recovecos de este floreciente barrio.

«En medio de todos estos delincuentes, Asakusa es un pequeño bribón. Y, para bien o para mal, la juventud tiene encanto, energía y un espíritu progresista».

A decir verdad, y aunque puedan aparecer algunos personajes con mayor o menor frecuencia y en cierto sentido éstos seguir una especie de hilo argumental, la novela es una oda a un barrio, un monográfico de las costumbres más variopintas de los japoneses de aquella época de transición. Kawabata nos presenta una Asakusa con un encanto vulgar, con el atractivo de la mundanidad y lo sexual de lo frívolo y obsceno. De labios mal pintados y moños despeinados. De quimonos sueltos y medias rasgadas. Asakusa es el barrio de la tradición y de la brutalidad, centro neurálgico de entretenimiento de una gran urbe que aun y todo sabe mantener la esencia cultural de barrio.

«Erotismo y sinsentido, velocidad y humor de historieta cómica, canciones de jazz y piernas femeninas...».

A pesar de no haber encontrado ni un atisbo de la magia parisina que me acercó a su lectura, en conclusión estoy satisfecho con mi primer contacto con la literatura japonesa y ese modo tan suyo de expresarse, de transmitir, de narrar y de hacer o no relevante cualquier instante. Esto no quiere decir que su lectura no haya costado lo suyo, es más, en múltiples ocasiones he tenido que volver atrás para cerciorarme de quien era el narrador o en que momento del argumento me hallaba, pero aun así, no puedo culpar a nadie. Estas cosas ocurren cuando te enfrentas a un texto oriental relativamente “antiguo” desde una aproximación occidental. Una ardua tarea de interpretar cambios de voces narrativas y sentimientos expresados de maneras completamente diferentes.

La pandilla de Asakusa es en resumen un recuerdo del modo de vida, una novela costumbrista donde la corriente imperante de occidentalización y modernismo consigue difundirse entre la tradición perdurable en el fondo de la gente, pero donde el registro por parte del autor puede volverse casi enfermizo al querer salvar de la quema del tiempo hasta el más minúsculo detalle.

Fd: El lector Invisible

jueves, 7 de enero de 2016

Ender el xenocida // Orson Scott Card (1991)

«¿Cómo se las arreglan estos humanos para empezar con tanta inocencia y acabar siendo al final los que más sangre tienen en las manos?».

Desde que la afición por la lectura arraigó en mi con cierta consistencia he estado buscando libros novelados que desahoguen mis inquietudes biológicas. Ya sea con un protagonista biólogo, que no médico, ni ingeniero científico, ni naturalista amante de los animales o con una trama que tocase aspectos o temas relacionados con la biología, mi búsqueda hasta el momento ha sido bastante infructuosa. Mi sorpresa llegó cuando después de leer El juego de Ender de Orson Scott Card y decidir seguir con la saga, tanto el segundo libro La voz de los muertos, como Ender el xenocida que hoy os reseño, contienen bajo mi punto de vista una nada desdeñable carga o base biológica.

La historia de este tercer libro continua con Ender donde quedó en la anterior entrega, en Lusitania, un excepcional planeta muestra de que la convivencia entre especies alienígenas es posible. El problema reside en que una de esas 3 especies, los nativos del planeta, necesitan de la deslocada, un virus altamente agresivo y devastador, para sobrevivir y completar su ciclo de vida. De esta manera lo que para unos es simplemente parte de su forma de vida, tanto para los humanos como los insectores (la tercera especie del planeta) supone una potente arma biológica capaz de exterminarlos por completo. Así pues ante la amenaza de que la deslocada consiga abandonar Lusitania, el Congreso Estelar decide anticiparse enviando una poderosa flota a Lusitania capaz de aniquilarla con un sólo disparo.

Y hasta ahí puedo leer. La trama como veis, poco tiene que ver con el primer libro, El juego de Ender, y aunque mantiene al personaje principal con su profundo sentimiento de arrepentimiento y su constante lucha interior en pos de compensar los daños que causó, el protagonismo de Ender decae considerablemente, pasando de eje central a simple excusa que ya ni siquiera sirve de unión para el resto de personajes. Eso unido a las arduas reflexiones sobre religión y filosofía futurista, hacen que a veces, en novelas tan extensas como esta, se pierda un poco el hilo o el interés si no se intercalan acciones más dinámicas. Menos mal que para mi gusto Card adereza de vez en cuando la trama con toques biológicos que en mi caso me han servido para lidiar con las largas diatribas religiosas o filosóficas.

Tengo que confesar que a pesar de esa dosis biológica, empleada aceptablemente dentro de los límites conceptuales de O. S. Card, esta entrega es un poco bastante más floja que la anterior. Si bien es cierto que esclarece muchos frentes abiertos y ayuda a atar ciertos cabos, la falta de originalidad, que no la falta de novedades, hace que Ender el xenocida sea la entrega más plana y monótona de hasta la fecha, y aunque hacia el final adquiere velocidad y ritmo, cuesta adaptarse a ello durante tantas páginas. Es lo que creo que ocurre en todas las sagas, el autor necesita un libro de transición y de asentamiento. No obstante hay que recordar que sigue siendo parte de una saga increíble y la historia en si, aun sin los premios que consiguieron sus predecesoras, continua atrapando.


Fd: El lector Invisible

martes, 29 de diciembre de 2015

Resumen del año 2015

Concluye 2015 y con él un año lleno de momentos dedicados a la lectura y su difusión, y aunque siempre te queda la sensación de que se podría haber leído mucho más, el cómputo final, con 16 lecturas resulta bastante satisfactorio para el nivel de vida que llevo. Además aunque realmente este blog se creara en diciembre de 2014, prácticamente este año que dejamos ha sido el año de su nacimiento así como de su crecimiento, evolución y establecimiento. Obviamente aun queda mucho camino por seguir, mucho que mejorar y que seguir ofreciendo, pero la tónica general, recibida en parte gracias a la multitud de comentarios dejados por todos vosotros, mis lectores no tan invisibles, sólo me invita y me motiva a seguir leyendo.

Y bien, aun sabiendo que hasta ahora sólo había realizado reseñas de lecturas o como mucho alguna anotación de las adaptaciones al cine de dichas aventuras, me ha parecido interesante para concluir el año, hacer un resumen de lo que este 2015 ha dejado en mi saber literario. No pretendo hacer una recopilación de todas las entradas publicadas, si no transmitir de una manera diferente a lo hecho hasta ahora, la sensación general que me deja el mundo de la literatura tras un año dedicado a leer. Quiero destacar de esta manera los tres mejores libros que he tenido el placer de disfrutar este año y también porque no, aquellas grandes decepciones. También los descubrimientos que 2015 me ha ofrecido y los que espero que traiga 2016.

Así pues, sin más dilación, os dejo con el resumen del año 2015. ¡Que lo disfrutéis!

Las tres mejores lecturas del 2015

Es muy difícil elegir de entre todas las lecturas aquellas tres que puedo considerar las mejores, ya que a la hora de elegir las valoraciones finales que aparecen al final de cada reseña, algunas veces sólo tengo en cuenta el gusto final que me deja la novela, y no un sinfín de circunstancias accesorias y circundantes que sólo se pueden apreciar con el tiempo y la distancia. De esta manera y aunque tanto Plataforma como Son de mar no estén catalogadas como Imprescindibles, para mi han sido las lecturas que más he disfrutado. Quizás se deba a que las leí en verano, sin presiones ni obligaciones o simplemente porque es lo primero que leo de estos autores (uno transgresor y el otro valenciano, de mi tierra) pero la verdad es que tanto el tono crítico y directo de Houellebecq como el misticismo y romanticismo clásico de Vicent me han cautivado. De Hemingway poco tengo que decir. Con París era un fiesta he vibrado de principio a fin. Es lo que tiene tener predilección por este autor, esa época y ese lugar.

Las tres peores lecturas del 2015

No voy a recrearme mucho en este apartado. Las novelas que aparecen aquí lo están por diferentes motivos: un lenguaje muy recargado y complicado, con un argumento difícil de seguir, un género literario que decididamente no es el mío o una decepción creada por las altas expectativas que genera un tan alto galardón como el Premio Nobel. Lo que si quisiera recalcar es que a pesar de todo, aun quedando un poco decepcionado, siempre se pueden sacar aspectos positivos de la literatura. Es la magia de la lectura, que a pesar de no quedar prendado de un texto, siempre hay cosas que te enriquecen y por las que merece la pena leer.

Los tres descubrimientos del 2015

Sé que no tiene mucho sentido titular descubrimientos del año y hablar de autores de los que apenas he leído una sola novela, pero muchas veces con eso basta. Hay veces que una sola mirada puede decir mucho más de una persona que los volúmenes completos de sus memorias o que, como ocurre en este caso, con sólo un atisbo de su obra, sepas perfectamente que ese autor escribe para ti. Me ocurrió a principios de año con Kundera y esa manera suya de ser profundo en la ligereza, de hablar de sentimientos y personas tan lejanos a ti pero a la vez tan cercanos. También me pasó con Houellebecq y su manera tan cínica y agresiva de contar las cosas, sin tapujos ni tabús, directo, sin intermediarios. Y por último también con Andy Weir y su Marciano, con el que he conectado de nuevo con la verdadera ciencia ficción, con el rigor y la verosimilitud, con la ciencia pero también con la ficción.

Los tres deseos para 2016
  1. Lolita // Vladimir Nabokov
  2. En el camino // Jack Kerouac
  3. Eduardo Galeano

En esta breve lista de los deseos, obviamente hay muchos más autores o novelas en mi lista roja prioritaria, he querido poner sólo una representación de aquellos que ya me queman en la estantería. Tanto Nabokov como Kerouac llevan demasiado tiempo pidiéndome a gritos que los abrace apasionadamente y aunque sé que aumentando las expectativas lo único que puedo conseguir es que el batacazo sea más grande, no puedo dejar de imaginar los buenos momentos que me depararán. Los dos entran dentro de esa etiqueta de clásicos contemporáneos que tanto me gusta y estoy seguro de que no defraudarán. Con Galeano me ocurre algo diferente. Desgraciadamente lo he tenido que conocer a partir de su muerte, pero su sensibilidad me ha conquistado con apenas las pocas pinceladas que he absorbido de él. Además espero que su pluma que me sirva de puente para adentrarme en la surrealista literatura sudamericana que también tanto tiempo lleva rondando tras de mi.


Fd: El lector Invisible

jueves, 19 de noviembre de 2015

El oro del rey // Arturo Pérez-Reverte (2000)

«Y de tal modo aprendí que es fácil batirse cuando están cerca los camaradas, o cuando te observan los ojos de la mujer a la que amas, dándote vigor y coraje. Lo difícil es pelear solo en la oscuridad, sin más testigo que tu honra y tu conciencia. Sin premio y sin esperanza».

Como ya viene siendo habitual, noviembre se convierte para mi en el mes de las sagas. Después de pasar todo el año entre lecturas pendientes, novedades o descubrimientos, el reloj biológico anual me va apremiando para que complete alguna de las sagas que tengo comenzadas. La de las aventuras del capitán Alatriste, de la cual hoy traigo la cuarta entrega, me acompaña desde hace exactamente 4 años, cuando descubrí la ligera pluma de Pérez-Reverte. Así pues, disponed vuesas mercedes a embarcar en el aquel asunto que incumbió a Íñigo Balboa y camaradas en busca de El oro del rey.

Esta vez, la aventura aborda a Íñigo y al capitán a su regreso de Flandes, en Cádiz, capital de las rutas del comercio ultramarino. Allí, y a petición del mismísmo rey de España, Felipe IV, el notable literato Quevedo encomienda a Diego Alatriste y Tenorio, la secreta misión de recuperar un cargamento de oro venido de América que la codicia y la corrupción de los navegantes españoles ha escondido bajo la cubierta de un pequeño velero mercante. La misión lleva por tanto a los protagonistas a recorrer los más variopintos rincones de Sevilla en busca de una tripulación a la altura; desde la tenebrosa Cárcel Real, hasta el soleado corral de los naranjos, pasando por las húmedas tabernas de Triana con el siempre omnipresente Guadalquivir de fondo.

«- Sólo quiero saber de dónde vendrán las estocadas.
Quevedo encogió los hombros.
- De cualquier sitio, como suelen – seguía ojeando alrededor, indiferente-. Ya no estáis en Flandes... Esto es España, capitán Alatriste».

De esta aventura destacaría si cabe, más que la historia en sí, que a veces parece un poco relegada al segundo plano de la descripción histórica, el poder de Pérez-Reverte de otorgar liviandad a las palabras más pesadas y al trepidante ritmo que cogen sus escritos. Aunque esto no es algo exclusivo de El oro del rey, en esta entrega el autor hace frente con acertado cuidado a la inclusión de nuevas localizaciones y ambientaciones (todo lo relacionado con el mundo marítimo) con lo que esto suele conllevar para el desarrollo de la trama en si. A pesar de las numerosas descripciones y detalles de la sociedad del siglo XVII, que como comentaba a veces dejan un poco de lado la verdadera narración de la acción, la novela funciona, y al igual que me pasa con todo lo que leo de Pérez-Reverte, se me ha hecho preocupantemente corta.

Obviamente llegar a un punto tan avanzado del desarrollo de una saga me hace recomendar irremediablemente la lectura de su continuación, pero además de la mera inercia, esta entrega presenta refrescantes novedades que apoyan su lectura. La aparición de la resplandeciente Sevilla, llena de vida y comercio y de ocasiones y oportunidades para espadachines a sueldo, sumado a la inexorable y esperada, cada vez más activa, participación del joven protagonista Íñigo de Balboa, hacen de la cuarta aventura del capitán Alatriste un soplo de aire fresco.


Fd: El lector Invisible

viernes, 30 de octubre de 2015

La colmena // Camilo José Cela (1951)

«Los clientes ven pasar a la dueña, casi sin mirarla ya, mientras piensan, vagamente, en ese mundo que, ¡ay!, no fue lo que pudo haber sido, en ese mundo en el que todo ha ido fallando poco a poco, sin que nadie se lo explicase».

Hace unas semanas Estocolmo fallaba el prestigioso, y mejor dotado, Premio Nobel de Literatura 2015. Este año tan ilustre galardón fue a parar a las manos de una bielorrusa de 67 años de nombre tan desconocido como su obra, Svetlana Aleksiévich. Desde el nacimiento de este Blog, a finales del año pasado, me había propuesto leer al menos una obra al año del autor que se erigiera con el premio pero, sin desmerecer el criterio del jurado sueco, la obra de esta autora no me atrae en absoluto. Puede ser que conforme se vayan traduciendo sus obras al español, hasta el momento en el que se anuncio el premio sólo se había traducido un ensayo, encuentre la motivación para meterle mano pero de momento el periodismo documental sobre la Unión Soviética no es mi tema preferido. No obstante y teniendo la idea del premio Nobel en mente he decidido homenajearlo de otra manera, con la lectura de La colmena obra Camilo José Cela uno de los pocos españoles merecedores del galardón.

La historia de esta novela es la historia de la vida, del trasiego y la convivencia, de las relaciones y la idiosincrasia, del orgullo y la necesidad, de las raíces, de la esperanza de todo un barrio y las preocupaciones de una nación entera. Cela, con un lenguaje muy cercano y coloquial, incluso para nuestra época, nos introduce con todo lujo de detalle en los entresijos de los cafés, las calles o los soportales de los bloques de edificios. La colmena es una amalgama de celdillas donde en su interior las abejas vibran, rumian y se comunican entre si, donde se desarrollan vidas e historias entrecruzadas que sin quererlo y precisamente debido a su mundanidad, destacan como ninguna.

Al final, si he de decir la verdad, no quedo muy satisfecho de su lectura. En mi opinión esta es una de esas novelas cuya censura inicial favoreció y otorgó más fama de la que, a lo mejor, a priori hubiera podido tener. Ese cariz de prohibición, en España no se publicó hasta 4 años después de su primera edición argentina, le confirió una fuerza de llamada popular que se diluye con el argumento, entre la inmensidad de personajes que aparecen. La novela no tiene ningún tipo de ritmo ni de hilo que se pueda seguir, a parte del de la pobreza y la miseria, y sólo describe personajes y sus circunstancias, uno tras otro.

Aunque en su momento pudiera ser muy transgresora, en cuanto al lenguaje y al trato abierto y desinhibido de ciertos temas considerados tabús como la prostitución, el sexo o la política, su lectura a día de hoy me ha dejado un tanto indiferente. Para una persona interesada en la evolución de la sociedad, la represión, las preocupaciones o las costumbres y comportamientos de un pueblo, en definitiva, del realismo social, seguro que puede sacar más provecho a esta novela que alguien que como yo sólo buscaba mero entretenimiento.



Fd: El lector Invisible

jueves, 22 de octubre de 2015

El marciano // Andy Weir (2014)

«Es una sensación extraña. Allá donde voy, soy el primero. ¿Salgo del vehículo de superficie? ¡Soy el primer tipo en llegar! ¿Subo una colina? ¡El primer tipo en subir esa colina! ¿Doy una patada a una roca? ¡Esa roca no se había movido desde hace un millón de años! Soy el primero en recorrer larga distancia en Marte. El primero en cultivar en Marte. El primero, el primero, el primero.
...
Joder, daría cualquier cosa por una conversación de cinco minutos con alguien. Con cualquiera, en cualquier sitio. Sobre cualquier cosa. Soy la primera persona que está sola en un planeta».

Hace tiempo que vengo escuchando, quizás con más insistencia a partir del boom generado por la saga Canción de hielo y fuego (Juego de tronos), de la existencia de un gran dilema o debate entorno a las diferencias entre ciencia ficción y fantasía. Para un ignorante como yo en materia literaria este debate era baldío y no le prestaba demasiada atención, ya que en mi opinión todo entraba dentro del mismo saco. Hoy, mi visión ha cambiado y el motivo de que tenga más claro cual es la esencia de la ciencia ficción es gracias a El marciano de Andy Weir, una verdadera oda a la ciencia y todo un ejemplo de rigurosidad y prestancia.

La sinopsis de esta novela, la primera de su autor, es tan sencilla como atractiva. En ella se nos narra las aventuras de un astronauta, ingeniero/botánico para más información, que tras ser dado por muerto a causa de una terrible tormenta de arena, es abandonado a su suerte en el planeta rojo por su tripulación, la Ares III. A partir de ahí su existencia se convierte en una verdadera lucha contrarreloj y contra natura (entendiendo por natura las áridas hostilidades de Marte) por sobrevivir y encontrar soluciones a su extrema y delicada situación. Pronto descubrimos que su ingenio y su peculiar sentido del humor serán sus mejores armas, acompañado eso si, por sus amplios conocimientos de botánica.

«ENTRADA DE DIARIO: SOL 6

Estoy bien jodido».

Aunque apasionante y fabulosa, con un rigor extremo muy acertado y todo un ejemplo de lo que debe ser la ciencia ficción, uno de los aspectos que no me han gustado mucho de esta fantástica novela es la manera en la que el autor nos presenta al protagonista, Mark Watney, y su historia; la primera persona. El hecho de elegir esta manera para contar sus peripecias le quita tensión y fuerza a la narración, pues la acción se reduce a los recuerdos o reflexiones que una vez a salvo y a posteriori nos cuenta Mark a través de su cuaderno de bitácora. Otra de las críticas que podría hacer es que toda la novela me ha parecido muy interesante, pero no intrigante. Ya desde las primeras páginas sabemos cual es el destino de nuestro protagonista y por consiguiente el camino que ha de recorrer. Esto deja poco margen a la improvisación y a los giros inesperados, que aunque los hay, repito, me parecen interesantes pero ya no intrigantes ni sorprendentes. También por rizar el rizo, los aspectos técnicos de astronautas, la NASA etc., aunque se explican con la mayor sencillez posible, a veces hacen difícil al lector imaginarse ciertas situaciones con claridad.

En resumen, y dejando de lado estos pequeños matices, El marciano me ha parecido una sensacional obra de ciencia ficción. Con su lectura he visto revitalizarse este género literario y he sentido su verdadero significado. Una novela muy rigurosa y concienzuda, tensa y fuerte que además cuenta con una descripción marciana sublime donde ningún detalle escapa de la mente de su meticuloso autor. Un libro de los que te atrapa desde el inicio y que no te suelta hasta el sobrecogedor desenlace final.

Fd: El lector Invisible

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Apéndice fílmico:


Aprovecho esta reseña para inaugurar al más puro alfombra roja style, una nueva minisección que he titulado “Apéndice fílmico”, un pequeño anexo donde trataré de traer una crítica o impresión personal de las adaptaciones literarias de estreno de las lecturas que reseño.
Marte
Ridley Scott
Matt Damon, Jessica Chastain ...

Esta primera entrega le ha tocado a Marte, que no el marciano, película dirigida por Ridley Scott e interpretada casi monográficamente por Matt Damon. Para comenzar he de decir que la película ha resultado bastante fiel al libro. Este suele ser uno de los aspectos más importantes y que también más preocupa al público lector, pero en este caso la adaptación me ha parecido bastante correcta y precisa. Sólo hacia el final el director se ha permitido ciertas omisiones y licencias poéticas pero que en esencia no alteran demasiado el original. La tónica general al salir del cine ha sido positiva pero si que es verdad que me ha quedado un regusto extraño, un sentimiento de lo que acababa de ver era más ficción que ciencia, justo lo contrario que me ha parecido su lectura. Es cierto, que no se puede comparar el nivel de detalle desarrollado en un libro y una película, pero eso no cambia mi impresión. Por lo demás no me queda más que recomendarla y más ahora que se avecina la tan ansiada ¡Fiesta del cine!




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