«Los
clientes ven pasar a la dueña, casi sin mirarla ya, mientras
piensan, vagamente, en ese mundo que, ¡ay!, no fue lo que pudo haber
sido, en ese mundo en el que todo ha ido fallando poco a poco, sin
que nadie se lo explicase».
Hace
unas semanas Estocolmo fallaba el prestigioso, y mejor dotado, Premio
Nobel de Literatura 2015. Este año tan ilustre galardón fue a parar
a las manos de una bielorrusa de 67 años de nombre tan desconocido
como su obra, Svetlana
Aleksiévich. Desde el
nacimiento de este Blog, a finales del año pasado, me había
propuesto leer al menos una obra al año del autor que se erigiera
con el premio pero, sin desmerecer el criterio del jurado sueco, la
obra de esta autora no me atrae en absoluto. Puede ser que conforme
se vayan traduciendo sus obras al español, hasta el momento en el
que se anuncio el premio sólo se había traducido un ensayo,
encuentre la motivación para meterle mano pero de momento el
periodismo documental sobre la Unión Soviética no es mi tema
preferido. No obstante y teniendo la idea del premio Nobel en mente
he decidido homenajearlo de otra manera, con la lectura de La
colmena obra Camilo
José Cela uno de los pocos
españoles merecedores del galardón.
La
historia de esta novela es la historia de la vida, del trasiego y la
convivencia, de las relaciones y la idiosincrasia, del orgullo y la
necesidad, de las raíces, de la esperanza de todo un barrio y las
preocupaciones de una nación entera. Cela, con un lenguaje muy
cercano y coloquial, incluso para nuestra época, nos introduce con
todo lujo de detalle en los entresijos de los cafés, las calles o
los soportales de los bloques de edificios. La
colmena es una amalgama
de celdillas donde en su interior las abejas vibran, rumian y se
comunican entre si, donde se desarrollan vidas e historias
entrecruzadas que sin quererlo y precisamente debido a su mundanidad,
destacan como ninguna.
Al final, si he de decir la
verdad, no quedo muy satisfecho de su lectura. En mi opinión esta es
una de esas novelas cuya censura inicial favoreció y otorgó más
fama de la que, a lo mejor, a priori hubiera podido tener. Ese cariz
de prohibición, en España no se publicó hasta 4 años después de
su primera edición argentina, le confirió una fuerza de llamada
popular que se diluye con el argumento, entre la inmensidad de personajes
que aparecen. La novela no tiene ningún tipo de ritmo ni de hilo que
se pueda seguir, a parte del de la pobreza y la miseria, y sólo
describe personajes y sus circunstancias, uno tras otro.
Aunque en su momento pudiera ser
muy transgresora, en cuanto al lenguaje y al trato abierto y
desinhibido de ciertos temas considerados tabús como la
prostitución, el sexo o la política, su lectura a día de hoy me ha
dejado un tanto indiferente. Para una persona interesada en la
evolución de la sociedad, la represión, las preocupaciones o las
costumbres y comportamientos de un pueblo, en definitiva, del
realismo social, seguro que puede sacar más provecho a esta novela
que alguien que como yo sólo buscaba mero entretenimiento.
Fd:
El lector Invisible
Hola! La verdad es que no soy de clásicos.
ResponderEliminarGracias por la reseña.
Un saludo!
Yo al contrario, casi siempre intercalo entre lecturas más modernas alguna más clásica y la verdad es que pocas veces me habían decepcionado, pero bueno, siempre hay excepciones :S
EliminarSaludos!
Pues a mí me atrae mucho más Svetlana Alexievich que Camilo José Cela... ¡y más después de leer tu reseña! Yo de momento, de la galardonada este año he leído "Voces de Chernóbil" y es muy, muy interesante. Una muy buena mezcla entre ensayo periodístico y narración.
ResponderEliminarUn abrazo,
No puedo decir más que... me ha salido el tiro por la culata con Cela. La verdad es que además del Nobel no tenía muchas más referencias de él, pero no me esperaba lo que me encontré con la que se supone es su mejor obra. Esperaré a tu reseña para saber más de Svet, de momento +0,5 en convencimiento.
EliminarSaludos!